El sembrador de caos
Tras
milenios de vivir bajo la sombra de su padre y lidiar con el desprecio de sus
hermanos, el perverso dios Ares se percató de algo, el mundo a su alrededor
estaba cambiando, no solo los reinos de Grecia iban en decadencia, sino que
también nuevos dioses estaban surgiendo y muy pronto, su dominio sobre lo humanidad
se vería mermado.
Ignorantes
de aquello, uno a uno sus congéneres divinos fueron cayendo en el olvido, sin embargo,
él prevalecía, pues a diferencia de Apolo, Dionisio, Hermes y Atenea, su fuerza
no provenía de la devoción de los hombres, sino de la rabia que les invadía en
el campo de batalla, un sentimiento que existía antes de que él tuviera
conciencia y que prevalecería hasta el fin de los tiempos.
A
sabiendas que solo la hostilidad y sed de sangre podrían mantenerlo vivo, Ares dejó
de lado su estatus de dios y optó por esconderse entre los mortales sembrando
la discordia, el rencor y el miedo en cada una de las distintas civilizaciones con
las que tenía contacto.
Siendo
el responsable de avivar el odio entre moros y cristianos que los llevó a las
cruzadas, aquel que convenció a los reyes ingleses de expandirse a Francia provocando
la guerra de cien años, el hombre que ayudó a los integrantes de la Mano Negra a
asesinar al archiduque Francisco Fernando, dando inicio a la primera guerra
mundial y el general que dirigió a las tropas de Hitler durante su invasión a
Polonia.
Ganase
o perdiese el bando donde participara, era irrelevante para el dios, pues su
único placer radicaba en ver como el mundo cambiaba ante su perversa
influencia, sin embargo, la gloria que sentía le cejó de algo aterrador.
La
humanidad estaba dando inicio a conflictos ajenos a su control y aunque él
disfrutaba de la barbarie y el caos, las armas que ahora utilizaban los hombres,
eran mucho más mortíferas que las espadas, cañones y fusiles a los que él estaba
acostumbrado.
Por
primera vez en eones el dios sintió miedo y en un intento por prevenir una
guerra que podría culminar con toda la vida, Ares se propuso apaciguar los
ánimos entre las potencias nucleares, pero todo fue en vano.
La
rabia y desconfiada nacidas entre las naciones a partir de sus intervenciones
pasadas, fueron más poderosas que sus nuevos deseos por hacer que hicieran la
paz y decididas a destruirse unas a las otras, desataron toda la potencia de
sus arsenales.
Ahora
con una mitad del mundo convertida en cenizas y la otra siendo lentamente
envenenada, el dios de la guerra observa con pavor como los sobrevivientes
pelean a muerte por los pocos recursos que quedan, pues su vida depende de
ellos y cuando no quede ninguno en pie, será el fin de su existencia.
Semblanza
del autor
Ronnie
Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México,1994)
Escritor, Lic. en comercio internacional y aduanas, y Técnico Analista
Programador bilingüe, ha publicado 2 Novelas, también 10 libros
infantiles y una antología de cuentos, colaboro en 19 antologías y
publicado textos en más de 196 revistas y blogs.
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