EL DÍA JAMAS IMAGINADO
Hace tiempo, en la
ciudad de Escobedo, Nuevo León, vivía un jovenzuelo de 17 años, este andaba
cada día ansioso por tocar cada instrumento de los cuáles contaba en su casa,
era tan bueno que sus amigos se impresionaban al ver gran talento que recorría
por sus venas, pues su padre siempre le decía que la música la tenía por
dentro, como su buen abuelo, Manuel. Al pasar por la batería, teclado, ukelele
y finalmente la armónica, contaba con una ilusión de aprender a tocar el
acordeón ya cuando se sintiera más cómodo interpretando el teclado, pero nadie le iba a decir que algo estaba por
asombrarlo. Era de día, había ensayado ya con sus baquetas, con su ukelele y ya
por las 5 de la tarde había empezado a tocar el teclado, cuando subió el chico
a su recámara, notaba un sonido algo extraño, no se trataba de algún
instrumento en especial pero claramente escuchaba un ruido que no lo dejaba en
paz, abrió las cortinas y no podía localizar aquel extraño sonido que acaecía en
ese preciso y justo momento. Vigiló
alrededor de unas 7 veces y a la octava ya había bajado la cortina que estaba
ahora encima cubriendo la visualidad de las ventanas del cuarto, al voltear, no
había cuanta felicidad y emoción para expresar esa sensación que le venía a su
mera conciencia, pues presenciaba ante sus ojos negros una acordeón de color
rojo.
Empezó a tocar, eran ya
las 7:57 de la noche, no quiso preguntar de quién era, para quién era y mucho
menos decirle a su familia si acaso este regalo era para él, sabía el chico
perfectamente que era uno de sus sueños y metas a mediano plazo, solo que jamás
creería en que la oportunidad fuese ya, ahora, en ese día, se preguntaba: ¿Acaso
esta acordeón me quiere decir algo? , ¿Por qué hace esto aquí?. Dios, gracias
por ponerla en mi cuarto, aquí en esta casa, sabes cuanto vale esto que quiero
agradecerte tanto pero no sé cómo pagarlo. Entonces, le empezaba a salir la
Bohéme de Aznavour, tocaba la música alemana y mexicana de la cuál el le
gustaba mucho escuchar, se sabía el circulo de Sol y con decir que sus dedos no
se enroscaban, sino al contrario parecían ser dominantes, más que el propio
instrumento. Su madre escuchaba, después de terminar de licuar, le tuvo que
hablar a su hijo para que fuese a cenar, ya que no escuchaba sus gritos desde
el primer piso, al entrar, se maravillo, pues ahora el joven interpretaba una
de sus canciones favoritas.
GABRIEL CORONADO
Su gusto por la literatura lo tuvo desde muy pequeño, a los 14 años comenzó de forma profesional y debido a su esfuerzo y dedicación a podido terminar más de 4 obras, entre ellas se encuentran libros de poemas, ensayos filosóficos e incluso guiones de teatro y cine.
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