E.H.N.I.
Día 1
El virus devora al Edén; se
propaga rápido y despiadado. Las conciencias dentro del paraíso sucumben con
terror incomprensible al ver el horizonte distorsionarse y deshacerse en
completa oscuridad.
La I.A. Suprema lanza la alerta a todos los servidores
intercontinentales. Su mensaje apenas vence la velocidad de la anomalía. Falla
en hacerle frente a la destrucción de esta monstruosidad informática.
Davel escapa.
Regresa al mundo físico, a su cuerpo androide sintético, así como otros pocos
miles de sobrevivientes que atendieron la advertencia a tiempo.
Los androides
despiertan alterados y angustiados. Sus niveles de adrenalina y cortisol están por
los aires. No hay registros de valores tan elevados desde la construcción del Edén…
desde que creyeron haber escapado de la muerte.
Día 67.
Davel despierta en su nuevo
cuerpo sintético. Corre hacia un espejo. Observa sus ojos. Su corazón de sílice
se acelera. La marca roja,
síntoma del virus, se esparce sobre
sus pupilas. Azota sus dos puños contra una mesa.
—No
funcionó, Arim. Tampoco es la solución.
Arim
se recarga en una pared, se deja caer. Se lleva las manos a la cabeza.
—Es como si
tuviera conciencia. Como si nos persiguiera. No importa cuántos modelos nuevos
diseñemos. Siempre reaparece el virus en su misma etapa de avance. Lo siento,
Davel. Ni los otros Doctores intercontinentales ni la I.A. Suprema tienen más alternativas.
Ya no sabemos qué más hacer.
Ambos permanecen
en silencio. Davel aprieta los puños. Agita su respiración. Aprieta sus sienes.
Camina errático por el laboratorio. Suspira de golpe. ¡Eureka!
—¡Hay una
alternativa, Arim!
—¿Uh?
—Tenemos que regresar.
Al principio, donde el virus no pueda entrar.
Día 344
Esparcidos alrededor del
laboratorio, decenas de ‘bípedos’ de diferentes tamaños flotan dentro de sus
tanques de cultivo. Sobre la primera mesa de transfusión, Davel asegura con
arneses a un androide albino espasmódico; sobre la segunda mesa coloca a un bípedo
recién germinado, dormido aún.
—¿Lo recuerda,
Doctor? ¿Recuerda las montañas derrumbarse y el cielo deshacerse? ¿Recuerda el
abismo que dejaban atrás?
—Tanto como si
hubiese sido ayer.
—Tengo miedo,
Doctor. El virus en mi cabeza me lo recuerda cada que cierro los ojos. Lo veo devorarme…
Funcionará, ¿verdad? ¡Prométame que funcionará!
Davel observa los
ojos rojizos del androide. Recuerda sus propias pupilas. Desvía la mirada.
—Todo listo, Arim.
—Experimento
número 1356, inicio.
Día 1972.
El ‘bípedo’ anclado en la
segunda mesa despierta. Observa a su alrededor. Deforma su rostro en una mueca
angustiada. Balbucea. Llora. Tira de los arneses.
Arim se acerca.
Observa su experimento con lágrimas en sus ojos. Toma su arma. Dispara. El ‘bípedo’
queda inmóvil sobre la mesa. Davel guarda silencio. Suspira. Cruza sus brazos que
se sacuden sin su voluntad, más descontrolados y violentos que hace una semana.
Aprieta.
—Fin del experimento
número 17687, fallido. —Arim termina su registro.
—Más atrás. Tenemos
que ir más atrás.
—No podemos ir más
atrás, Davel. Más atrás las redes neuronales no están lo suficientemente maduras.
Ello puede ser catastrófico
—¡Es nuestra única
opción! Es mi única alternativa. Ya no me queda más tiempo, Arim. Puedo sentir
el virus carcomer mi razón. Tal vez, es nuestra única opción. Tal vez, tengamos
que empezar de nuevo.
Arim guarda
silencio. Tensa sus brazos, que también se sacuden sin su voluntad.
Día 5644.
El robot pilotado por la I.A.
Suprema se acerca al tubo de cultivo. El bebé de nueve meses al interior se
agita. El robot toma el tubo. Lo coloca en una tina especializada e
instrumentada. El primer humano nace, después de miles de años, desde que la Humanidad
cambió su cuerpo mortal por la eternidad de los androides y del Edén.
Ed
Fabián Sánchez (México) ha publicado historias de terror y ciencia ficción en
certámenes como la Tercera edición del ‘Premio Endira Cuento’, de la
editorial Endira, 6to y 13vo lugar; primer lugar en el concurso FrikinomiCON
del 2022; antología de Cuento Psicológico de la editorial Palabra Herida; entre
otros.
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