DOBLE PLAN
Estaba retrasado para la cita, así que agilicé
mis pasos. La oscura noche sin luna,
como presagiando alguna desgracia, caía sobre la ciudad. De pronto, detuve mis
pasos, al ver que un hombre sacó de su gabán una pistola y se la llevó a su
cabeza.
Después de unos minutos de escuchar atentamente
su rosario de desgracias e infortunios, no tengo dudas de que es un hombre
necio, duro, de esos que no entienden a razones, eso complicaba más la
situación y mi esmero por tratar de disuadirlo.
-Deja el arma por favor- le dije con voz
simulando estar tranquilo.
-No quiero, ya está decidido- me respondió aquel
ser golpeado por el destino. Yo insistí con preguntas sin estar seguro
realmente de lo que le hablaba.
-¿La vida? ¿Qué sabes tú de eso muchacho?-. No
supe qué contestarle, y fue en ese momento, cuando me di cuenta, que yo no
había vivido aún lo suficiente para darle sermones sobre la vida.
-Yo soy dos veces mayor que tú y mis ojos con
los años han visto cosas que jamás verás- prosiguió apelando a su pasado
tormentoso.
De repente todo mi pecho se llenó de un aire
gélido, al escucharlo repetir más de una vez -¡he visto el infierno!-. Fueron
unos gritos perturbadores, sacados de lo más profundo de su atormentada mente,
que remecieron la solitaria calle donde estábamos.
Inútilmente lo traté de tranquilizar y después
de una pausa, bañada en un aura de incertidumbre, le pregunté -¿Acaso no tienes
planes en esta vida?- mientras mi
intuición me decía, que sería tal vez la última oportunidad de convencerle.
-¿Planes? todo lo que intenté se quedó a medias,
nada logré, fui de fracaso en fracaso, intente ser “alguien” en la vida, fui
por varios caminos, mas siempre perdía, dejándome la sensación que para nada
sirvo, nunca supe cual era mi destino en esta vida, además; ya estoy viejo y no
hay tiempo para intentar algo nuevo, ya basta de fracasos, basta de dolor, esta
arma y esta decisión que he tomado, es lo único seguro que tengo-. Lo compadecí
en ese momento, mientras vi que su dedo ya estaba puesto en el gatillo.
Retrocedí unos pasos, y la pequeña farola que se prendía y se
apagaba intermitentemente me permitió observar sus
ojos llorosos. No escuché bien lo último que
pronunció.
Desde el fondo de mi alma grité -¡no tires del gatillo
papá!, ¡no, no!-.Pero fue en vano, el sonido
del disparo no solo rompió el viento, también su pequeño cráneo.
Ahora yace en el piso encima de un gran charco
de sangre, pienso que quizás al matarse, ha liberado de su ser el desamor, el
desempleo, la falta de pensión, la partida de los hijos del hogar, su
enfermedad, la maltrecha vejez, del dolor que da la soledad, del olvido de
todos, de los recuerdos que solo nos traen a la mente lo rápido que se pasó la
vida.
No sé cómo consiguió mi número telefónico, y
cuando me escribió para vernos en aquella calle, al principio no lo reconocí,
sólo al oír su triste historia supe que era él. ¿Cuántos años han pasado? desde
que decidí dejarlo… ¿Quince o veinte? ya no recuerdo, pero si el motivo: no
soportaba verlo sufrir todos los días, y me alejé, con el dolor de todo mi
corazón, de quien alguna vez, cuando era un niño fue mí superhéroe, el gran
compañero de mi adolescencia, mi gran mentor en la juventud.
Durante unos minutos lo veo en el suelo al lado
de su arma, y he decidido que jamás apretaré el gatillo contra mí, el revólver
que tengo en mi saco, ya no lo usaré como había planeado, lo arrojaré al río, y
me iré.
Él malogró mi plan.
Biografía
Javier Arturo
Huamán Quepui, (1978) Lima, Perú.
Egresado de la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Escritor de Relatos
y Cuentos, publicados en revistas de España, México, y Argentina, así mismo, mi
trabajo "El centro de Lima, un relato de mil historias" es parte de la antología de la revista
Letralia por su 27 aniversario en el mes de mayo 2023.
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