DE LA PRIMERA PESADILLA


     …, por mi manga empecé a sentir que me escurría algo. Y aunque me tardé un instante, finalmente reuní valor suficiente para mirar… Descubrí que estaba ensangrentada, que tenía cinco profundas heridas en el brazo, fácilmente apreciables debido a que la bestia aquella me había perforado la ropa.

     El piso estaba moteado por gotitas rojas, y los charcos que se formaban por mis heridas eran salpicados por la sangre que le chorreaba de las uñas de la mano derecha a esa horrible bestia que tenía delante de mí, y que le habían crecido, desmesuradamente, se le habían puesto negras, afiladas y deformes, quién sabe cómo. Se sonrió cuando, un momento después, mi angustia fue tal que caí al piso, al sentirme verdaderamente debilitada.

     Por un momento, me quedé tirada en el piso, sin darme cuenta de qué pasaba alrededor, porque se me nubló la vista, repentinamente.

     …apenas si percibí que esa cosa se movió… el intenso dolor que me provocaban las heridas que me había hecho hacía que yo gimiera de dolor en cuanto intentaba hacer cualquier movimiento.

     Sin embargo, de pronto, cuando estaba muy cerca de mí, los nubarrones abandonaron mis ojos, y pude ver, claramente… ese feo demonio… sus feos ojos, que ya no echaban fuego, y que ahora bizqueaban, la baba que se le escurría por las comisuras de la boca, manchando el piso…

     El miedo que invadió mi cuerpo fue tal que me olvidé del dolor… Se me olvidó todo…


JUAN ROGELIO (Ciudad de México, 4 de abril de 1994)

     He publicado, entre otros sitios, y en las categorías de poesía y narrativa, en Fanzine Parasitosis; en Perro Negro de la Calle; en Prosa Nostra; Comunidad Tus Relatos; delatripa; El Narratorio; Revistalasílaba; y Verso Inefable.


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